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MI NIETA SE LLAMA: “ALEXA”

Comisión Ejecutiva Estatal de SUPO

Es indiscutiblemente, la tecnología, la inteligencia artificial, etc., tiene y tendrá muchas ventajas, pero: ¿y los inconvenientes de pretender que sustituya a las personas?.

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A la vuelta de las vacaciones de Navidad, en una de las tertulias de nuestros mayores, escuché cómo una afiliada comentaba que su nieta por los Reyes Magos, le había regalado un aparato que se llamaba Alexa, a la que podía hacer preguntas y hablar con ella si se aburría, y que seguro le iba a hacer compañía.

Esmeralda lo contaba orgullosa, pero yo me planteé si la nieta se habrá quedado tranquila pensando que su abuela ya no va a sentirse sola si ella no va a visitarla a menudo.

Alexa no pide la propina, pero no da abrazos ni besos.

Indiscutiblemente, la tecnología, la inteligencia artificial, etc., tiene y tendrá muchas ventajas, pero: ¿y los inconvenientes de pretender que sustituya a las personas?

En los últimos tiempos, estamos asistiendo pesarosos, pero sin muchas esperanzas de que pueda mejorar, a la disminución del núcleo familiar, antiguamente mucho más numeroso y compacto, en el que todos sus miembros, mayores y pequeños compartían espacios y vivencias durante muchos años de su vida.

Ahora, abuelos y niños asumen con aparente normalidad la posibilidad de estar solos mucho tiempo, pues hemos llegado a admitir, que la sociedad está cambiando y las cosas son, y tienen que ser así.

Entonces, en la necesidad de buscar soluciones actuales, y en línea con el momento de incorporación a nuestras vidas de la imprescindible tecnología, una buena manera de sofocar la preocupación y el malestar que esta situación produce a la sociedad en general, es echar mano de las herramientas tecnológicas que están sembrando el mercado como champiñones, y que confiamos nos van a resolver el problema.

Y por supuesto, que ayudan y mucho, a solucionar momentos y situaciones puntuales como pueden ser, por ejemplo, la vigilancia de espacios y control y seguimiento de movimientos para estar continuamente localizados, poder proporcionar una asistencia rápida ante una llamada de auxilio, mantener por videoconferencia un contacto más frecuente y cercano con los seres queridos que están más lejos, etc., etc. En definitiva, utilizar aparatos que tranquilizan nuestra conciencia, pensando que la situación está controlada.

Pensar en otro tipo de soluciones, implicaría dedicarle un poquito de tiempo, pero eso precisamente, tiempo, es lo que aseguramos no tener.

Pero no es tan difícil, bastaría con querer prescindir generosamente de alguno de esos momentos, que decimos necesitar para dedicarnos a nosotros mismos, porque nos lo hemos ganado después de unas jornadas de tanto trabajo, y decidir, compartirlos, con quienes nos necesitan, porque sus días están más vacíos de contenido, sus horas estando solos, duran más de 60 minutos y echan de menos un beso, un abrazo, y un ratito de charla para contar si les duele algo, o recordar alguna aventura de cuando eran jóvenes, y que disfrutan relatando, para ver la carita de admiración, sorpresa y cariño con la que le escuchan hijos o nietos.

Esa cercanía y apego no lo puede sustituir ninguna máquina, por mucha voz agradable y dulce que tenga, y que contesta con mucha educación si le sabemos preguntar.

Solo espero y deseo que sepamos seguir educando a nuestros jóvenes en la importancia y necesidad de la cercanía y el contacto directo entre las personas, y que a ninguno de esos buenos estudiantes que tenemos en la familia, le dé por presentar como proyecto de final de carrera de su ingeniería, alguna máquina con artilugios que puedan simular abrazos, porque seguirán siendo fríos y metálicos y estarán carentes de la sangre y el calor que nos hace sentir “VIVOS”.

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